En estos tiempos de Covid-19 has tenido que llevar tu vida de una manera diferente y esto seguramente ha representado un gran estrés, es lógico puesto que los cambios en tu entorno generan una necesidad de adaptación y con ello viene el estrés funcional, ese que te permite alcanzar metas y superar obstáculos. Pero en este caso, hay un factor adicional, y es que en estos tiempos hay una gran dosis de incertidumbre… Entonces, cuando no tienes el control de tu planificación y te sientes caminando en arena movediza es cuando más tienes que trabajar tu fortaleza interna y anclarte en tus bases espirituales que te lleven a confiar más en ti mismo y te ayudan a danzar con los cambios.
Ahora bien, cuando te hablo de espiritualidad no me refiero únicamente a la conexión con Dios o aquello que te resuene, bien sea a través de la oración, meditación, o afín. Me refiero también a tu ser, a ti. ¿Cómo estás? ¿Cómo te sientes? ¿A qué le tienes tanto miedo? ¿Cómo estás manejando tu ansiedad? ¿Has perdido trabajo, relaciones, personas importantes en tu vida? Estas son preguntas espirituales, que te llevan a decidir qué quieres hacer con tu hoy. ¿Prefieres mantenerte en modo ansiedad con sus consecuencias, o decides agarrar el timón de tu barco y echarle pichón a navegar las aguas que vengan?
Estoy casi segura de que escogiste la última propuesta… Por ello, en primer lugar tienes que revisar si ese barco está bien construido para poder transitar el camino que viene. Te recomiendo empezar por ser absolutamente honesto y amorosamente aceptar cómo estás en este momento. El inicio de tu empoderamiento comienza cuando sabes exactamente en dónde estás parado. El desarrollo del autoconocimiento es una herramienta primordial para relacionarte mejor contigo mismo, con los demás y en consecuencia con lo que suceda en tu entorno. Debes comenzar por identificar tus pensamientos los cuales se reflejan en el cuerpo como una emoción. Vamos a agrupar las emociones en dos grandes polos: el miedo y el amor. El miedo es la emoción que más te está afectando, traduciéndose en ansiedad, estrés, pánico, parálisis, intolerancia, impulsividad, celos, repudio, orgullo, apego a bienes materiales, personas, y más. El amor, por el contrario, se manifiesta en emociones positivas como la serenidad, el afecto, la tolerancia, la compasión, el perdón, la empatía, el contentamiento, la fluidez, y un sin fin de sustantivos más.
Una vez tienes esto claro, puedes comenzar a trabajar el poder de estar más consciente, y así observar en qué tiempo están tus pensamientos porque gran parte de ellos está anclada en el pasado o el futuro. Siendo el pasado todo lo relacionado a “si hubiera” “ por la culpa de” “extraño esto” y así pudiera extenderme con muchas frases. El futuro lo identificamos con “si pasa esto yo…” “voy a esperar que…” y así sucesivamente. Los pensamientos del futuro generalmente producen mucha expectativa, excitación, ansiedad, miedo así como los pensamientos del pasado se relacionan con la culpa, la rabia, la nostalgia, entre otros. Todas estas emociones poco te fortalecen en tiempos difíciles, más bien te desconectan de la situación real.
Entonces, tienes dos aspectos importantes para trabajar tu consciencia. El primero es darte cuenta de qué tipo de emoción es la que se está presentando: amor o miedo, y el segundo, qué tiempo estás conectando con tus pensamientos. Una vez que identificas el pensamiento y la emoción, te vuelves más consciente y desarrollas más fortaleza porque has logrado ver el origen de la debilidad, y esto te lleva a hacerte más fuerte en tiempos de retos, pues ya no andas por la vida, ignorante y ajeno a ti, sin saber por qué te sientes mal, por qué estás enfermo, por qué tanta ansiedad.